Hoy, martes,
observamos el rostro de Jesús en la cruz. Su rostro es el de muchas personas,
muchas que han sufrido y que siguen sufriendo a lo largo de la historia por
haber luchado por la justicia para todos. Rostros que entendieron que el amor
era el único camino, y que por amor merecía la pena entregarse.
En estos días tan
significativos que estamos pasando, en ese rostro puedes poner el de muchas
personas.
·
Haz
un momento de silencio. Coloca tus pies bien firmes en el suelo, la espalda
recta, las manos sobre las piernas o en tu regazo, la coronilla apuntando al
cielo. Adopta una postura digna, sin tensión, como si un hilito te estuviera
suspendiendo desde el techo.
·
Haz
unas cuantas respiraciones. Toma aire por la nariz, y siente cómo éste hincha
tus pulmones, tu barriga…imagina ese aire llegando a cada parte de tu cuerpo.
Repite esto varias veces.
·
Ahora,
trae a tu mente a una persona, o varias personas, que, como Jesús, hayan dado
su vida o la estén dando por los demás, simplemente por amor, solo y
exclusivamente amor.
(Dejamos un
momento para pensar, y luego, en voz alta, decimos esa persona/personas que
hemos pensado).
Ese rostro de Jesús en la cruz,
es el rostro de quien vive desde la compasión,
de quien no entiende la vida si no es una vida con
el otro y para el otro,
de quien sabe que se es más humano, más persona,
cuando uno se pone en los zapatos del otro y pasa con él lo que esté pasando.
Hoy son días de compasión.
Son días para padecer con el otro, para acompañar.
Son días para aprender la enorme capacidad que
tenemos de sentir compasión.
¡Buenos días!
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