“Esto tenéis que sentir y apreciar en vuestro interior, lo que sintió y apreció
Cristo” (Fil 2, 5). De manera que cada uno debe tener este tesoro
interiormente y así todos seremos igualmente ricos, porque el tesoro siempre
es idéntico. De modo que hemos de pensar, sentir y querer como Jesucristo, y
entre nosotros no habrá así más que un pensamiento, una misma manera de
sentir y de querer, la de Cristo. Si hemos de apreciar las cosas del mismo
modo que Cristo, igualmente tenemos que manifestar a Cristo en lo exterior:
“Revestíos de nuestro Señor Jesucristo” (Rom 13, 14), dice el Apóstol. Y esto
es lo que debemos hacer, mirar, hablar, oír, andar como Cristo. Debemos
copiar de Él la modestia, la paz, la dulzura, los ademanes, todo, en suma.
PEDRO POVEDA (1918)
MEDITA – Reflexiona sobre los acontecimientos, lugares y personas en tu vida que se
relacionan con los textos.
¿Qué me dicen los textos hoy a mí y a mi vida? ¿Qué
sentimientos despiertan en mí? ¿Qué me está diciendo Dios en las lecturas?
“Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos”. La hora
de Jesús es la hora de la gran entrega, la hora de la salvación, la hora de la
misericordia. Es también nuestra hora. También nosotros nos disponemos a
preparar la Pascua, como los discípulos de la primera hora.
¿Dónde quieres,
Señor, que te preparemos la cena de Pascua? ¿Y cómo prepararla? Esta es la
gran Pascua que se prepara pensando, sintiendo y queriendo como Cristo. Es
el don de la Pascua de Jesús, que se derrama en la humanidad a través de nosotros, sus discípulos amados.
ORA – Responde en oración.
• ¿Qué le puedo decir al Señor en respuesta a su Palabra?
• Conversa audazmente con el Señor con tus propias palabras. Habla de la
forma que quieras.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido
compasión de nuestras faltas.
CONTEMPLA – Descansa en el Señor.
• ¿Qué me está diciendo Dios mientras escucho y permanezco en la presencia
de Dios?
• ¿Qué conversión de mente, corazón y vida me está pidiendo el Señor? Un
verdadero encuentro con Dios lleva a la transformación.
Permanecer en silencio como quien entra invitado/a la cena pascual con esta
pregunta en el corazón: ¿A dónde iremos, Señor? Tú solo tienes palabras de
vida.
ACTÚA – La oración nos mueve a la acción.
• ¿De qué forma puedo ofrecer mi vida como don para los demás?
• ¿A qué me siento llamado/llamada después de esta oración?
Hablar hoy a alguien, por alguno de los muchos medios a mi alcance, de Jesús,
que es nuestra luz y nuestra esperanza y de su llamada a ser discípulos suy
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