Fernando Martins de Bulhões nació en Lisboa el 15 de agosto de 1195. A los 15 años decide entrar como religioso a la orden de los agustinos en el monasterio de San Vicente. A los 24 años, fue ordenado sacerdote.
En 1220, los cuerpos de cinco frailes franciscanos decapitados en Marruecos llegaron a Coimbra, donde habían ido a predicar por orden de Francisco de Asís.
Fernando, que por entonces había pasado ocho años en Coimbra, se sintió profundamente conmovido a la vista de aquellas reliquias y nació en lo íntimo de su corazón el anhelo de formar parte de la Orden de los Frailes Menores.
Después de obtener el permiso de la provincia franciscana de España y el prior de los agustinos, Fernando ingresa a la ermita de los hermanos menores, cambiando su nombre por Antonio, en honor al ermitaño egipcio que poseía la ermita de Santo Antonio de Olivares, donde vivían los franciscanos.
Invitado al Capítulo general de Asís, llega con otros franciscanos a Santa Maria degli Angeli, donde tuvo la oportunidad de escuchar a san Francisco, aunque no de conocerlo personalmente.
Durante aproximadamente un año y medio vive en la ermita de Montepaolo. Por mandato del propio Francisco, comenzará a predicar en el norte de Italia y Francia.
Estaba dotado de una gran humildad, pero también de una gran sabiduría y cultura, por sus talentosas habilidades de predicación, mostradas casualmente por primera vez en Forlì en 1222.
El 13 de junio de 1231 encontrándose en Camposampiero cae enfermo y pide regresar a Padua. Muere allí en el convento de Arcella con tan solo 36 años.
Fue proclamado santo por el papa Gregorio IX en menos de un año y declarado doctor de la Iglesia en 1946.
Su culto se encuentra entre los más extendidos del catolicismo. San Antonio es conocido en todo el mundo con el calificativo de taumaturgo, que quiere decir «el que obra milagros”, porque durante su vida Dios realizó a través suyo numerosos prodigios.
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