Esta frase aparece en uno de los primeros textos de Poveda.
Escrito en 1910 es una larguísima carta
con muchas recomendaciones para las primeras alumnas de sus academias, sobre
distintos aspectos.
La fe y el sentido de la vida desde la fe es el mensaje
fundamental del autor. En torno a este eje se desarrolla lo esencial de sus
propuestas: unidad de vida, firmeza en el modo de vivir y pensar, libertad de
espíritu, trabajo hecho con esfuerzo. Poveda toca todos los registros que, en
aquel momento, podían galvanizar las energías de la juventud —el afán de valer,
la estima de sí mismo, el realizar más que proyectar, la valentía, la amistad
generosa, la nobleza de carácter—. Ser joven era para Poveda, como repetirá más
tarde, quererlo todo, tenerlo todo, poderlo todo. La fe del autor en la
juventud arranca, según testimonian sus escritos, desde los primeros años de su
trabajo pastoral y educativo y se alarga durante toda la vida. Los jóvenes
fueron para él la clave de la renovación de la sociedad. Su experiencia
corroboró este convencimiento. El apoyo prestado por sus jóvenes colaboradoras
a la Obra teresiana fue especialmente reconocido y agradecido por Poveda.
La imagen representa un dibujo de un grupo de ACIT JOVEN que expresó así como ven ellos a Dios. Una mano que tiende ayuda a otra mano. La de arriba, Dios. La de abajo, los cristianos.
Hoy que miramos hacia nuestra identidad cantamos la canción con el lema de este año: #SALALAVIDA
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