Comenzamos el día con un momento tranquilo de oración, nos sentamos en una postura cómoda. Nos situamos aquí y ahora.
Respiramos con calma. Tomamos conciencia de nuestra respiración. Tratamos de hacer silencio en nuestro interior. Nos olvidamos durante un minuto de lo que tenemos alrededor. Simplemente respiramos.
Vamos a escuchar un cuento:
Un discípulo zen pregunta a su maestro:
¿Por qué es tan feliz todo el mundo?
Porque han aprendido a ver la belleza y la bondad en todas partes
Y ¿por qué no veo yo en todas partes la bondad y la belleza?
Porque no puedes ver fuera de ti lo que no ves en tu interior.
Las personas somos un tesoro y, en primer lugar, un tesoro para nosotros mismos. Sin embargo, para poder regalar nuestro tesoro y hacer felices a los demás debemos conocer muy bien qué contiene. Quizá no hemos descubierto nunca el regalo maravilloso que somos.
¿Cuál es mi tesoro? ¿Qué cosas buenas tengo como amigo/a, hijo/a…que pueda regalar a los demás?
A lo largo de este día descubro y agradezco todo lo bueno que hay en mi. Ahí está Dios presente.
Terminar rezando un Padre Nuestro y un Ave María.
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