El árbol gruñón, aunque era el más grande del bosque y no necesitaba de su sombra para nada, nunca la compartía con ninguno de los animales, y no les dejaba sentarse cerca. Un año, el otoño y el invierno fueron terribles, y el árbol sin sus hojas iba a morir helado. Una niña, que había ido ese invierno a vivir con su abuelita descubrió al árbol tiritando y fue por una gran bufanda para abrigarle. El espíritu del bosque se le apareció, y le contó por qué aquel árbol estaba tan sólo y nadie le ayudaba, pero a pesar de todo la niña decidió abrigarle.
La primavera siguiente, el árbol había aprendido de la generosidad de la niña, y cuando ésta se sentó junto a su tronco, le dio la mejor de las sombras. El espíritu del bosque lo vio y fue a contarlo a todos los animales, que a partir de aquel año pudieron tener siempre la mejor sombra, porque el árbol aprendió que con seres generosos y amables el mundo era un lugar mucho mejor para vivir.
En el siguiente corto también podrás reflexionar sobre lo importante que es compartir y dar a los demás.
Sin duda, todo lo bueno que tenemos y somos no podemos guardarlo sólo para nosotros, porque perderá todo su valor. El árbol no compartía su sombra y casi muere, sólo después de que le ayudara la niña comprendió que lo mejor era dejar estar en su sombra a todo el mundo. Ahora te toca a ti dejar tus cosas a los demás, explicar al que tiene dificultades, animar al que está triste, jugar con el que está sólo... Y no olvides cuidar a todos los árboles y plantas que hay a tu alrededor, como hizo la niña de la historia, son parte de nuestra vida.
Jesús, hoy nos enseñas que la mejor forma de sentirnos felices es compartiendo nuestras cosas con los demás.
Pero no solo las cosas, sino también nuestra persona en los juegos, en clase, con los amigos.
Gracias Jesús por el regalo de la amistad y del compartir. Que durante este día lo tengamos muy en cuenta.
Gracias.
SAN PEDRO POVEDA, RUEGA POR NOSOTROS
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