En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
Palabra del Señor
Llegando ya final de curso, Jesús nos llama para que le expliquemos todo lo que hemos hecho y todo lo que nos ha pasado.
Mt 28,16-20. El ser del Hijo consiste en recibir el amor del Padre. Dejarse amar no es menos que amar. Creados a imagen de Dios, estamos hechos no sólo para amar sino para ser amados.
El Espíritu Santo es la comunión del Padre y del Hijo. El amor verdadero es siempre apertura, don, comunicación hasta sus criaturas.
Cuando el cristianismo habla de la Trinidad quiere decir que Dios, en su misterio más íntimo, es amor compartido. Dios es Ternura desbordante de amor.
La ternura no es un sentimiento más; es signo de madurez y vitalidad interior; brota en un corazón libre, capaz de ofrecer y de recibir amor, un corazón «parecido» al de Dios.
QUE TENGAS UN BUEN DÍA.
PADRE NUESTRO...
SAN PEDRO POVEDA, RUEGA POR NOSOTROS.
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