Hoy recordamos y hacemos nuestra la oración que Él mismo compuso:
“Virgen María, Madre mía,
Tú eres mi reina, mi dueña, mi Madre y todas mis cosas.
Ilumíname, protégeme y nunca dejes que me olvide de ti,
para que tu recuerdo sea mi luz, mi fortaleza y mi consuelo.
Virgen María, me pongo enteramente en tus manos,
y de ahora en adelante, tuyos son mis ojos, mis oídos,
mi voz, mi corazón y todo mi ser.
Cuídame, Madre mía, como cosa tuya mientras viva en esta tierra,
y llévame después contigo para estar con Cristo, para siempre. Amén”
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