Oír hablar de un indio CHEROKI se nos hace raro. ¿Acaso un hombre primitivo puede enseñar algo al hombre blanco? La pregunta es un poco racista; todos podemos enseñar a los demás algo, y podemos aprender de los demás lo que ellos saben o piensan.
Este es el caso del Cheroki que enseña la interioridad del ser humano: dos lobos, uno negro y otro blanco. Dos tipos de sentimiento, de pasiones, dos clases de comportamientos. De hecho, es así como funcionamos: somos capaces de lo mejor y de lo peor; de amar y odiar; de envidiar y de admirar; de bendecir y de maldecir; de pegar y de abrazar.
Alguien puede pensar: es que somos así; nos viene de herencia; desde antiguo ha sido así. Es como algo genético. A lo cual hay que decir: ¡NO! Ningún comportamiento, ofensa, lucha o guerra, viene porque la historia está “determinada”; todo es fruto de la libertad humana.
Podemos alimentar al lobo blanco con nuestra vida amable, sencilla, de ayuda, de cariño... y dejar que muera de hambre al lobo de las rencillas, el odio, las ofensas, etc.
ORACIÓN:
Oración de San Francisco de Asís
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor,
que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
Amén.
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