Y al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento (...). Escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:
"Ve a lavarte a la piscina de Siloé** (que significa Enviado)". Él se fue, se lavó, y recobró la vista.
Más tarde Jesús lo encontró y le dijo: "¿Crees tú en el Hijo del hombre?".
Él contestó: ¿Y quién es, Señor, para que crea en Él?".
Jesús le dijo: "Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es".
Él dijo: "Creo, Señor". Y se postró ante Él.
Juan 9, 1.6-7.35-38
** La piscina de Siloé era un estanque milagroso en Jerusalén que era conocida por ser capaz de curar a los enfermos.
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