En esa ocasión, muchos de ellos lo habían seguido hasta un lugar precioso cerca del río, pero eran demasiado pobres y no tenían nada que comer después de tanto caminar.
Los niños lloraban de hambre y los adultos se quejaban porque sus estómagos no dejaban de atormentarlos.
Los niños lloraban de hambre y los adultos se quejaban porque sus estómagos no dejaban de atormentarlos.
—Hay que darles de comer a todas estas personas —le dijo Jesús a sus discípulos, quienes de inmediato lo miraron atormentados.
—¿Pero cómo vamos a hacer eso, maestro —le preguntaron—, si aquí cerca no hay ningún lugar donde podamos comprar o conseguir comida?
—Al único que hemos visto por ahí es a un niño, que llevaba una cesta con algunos peces y panes. Pero nada de eso alcanzará para todos.
—¿Pero cómo vamos a hacer eso, maestro —le preguntaron—, si aquí cerca no hay ningún lugar donde podamos comprar o conseguir comida?
—Al único que hemos visto por ahí es a un niño, que llevaba una cesta con algunos peces y panes. Pero nada de eso alcanzará para todos.
Sin embargo, Jesús los tranquilizó, diciéndoles que fueran a comprar esos panes y pescados, porque muy pronto habría comida en abundancia para todos. Así lo hicieron y una vez que tuvieron la cesta en sus manos, Jesús mandó a todas las personas a su alrededor a sentarse en grupos de doce.
En ese momento, Jesús metió una mano en la cesta y comenzó a sacar pescado y pan en abundancia, que sus discípulos fueron entregando a todo mundo.
En ese momento, Jesús metió una mano en la cesta y comenzó a sacar pescado y pan en abundancia, que sus discípulos fueron entregando a todo mundo.
Para su sorpresa, lo que había dentro del cesto no parecía acabarse. Panes y pescados salían uno tras otro, por decenas y decenas, como si aquello no tuviera fondo. Todos estaban muy impresionados con la generosidad de Jesús.
La gente comió hasta hartarse y los niños se pusieron a cantar y a reír, ya con sus barriguitas llenas. Cuando los discípulos se asomaron para mirar la cesta, se dieron cuenta de que en su interior todavía había suficiente pan y pescado. Pero eso era imposible, ¡si cuando la compraron tenía muy poca comida! Una vez más, su maestro había llevado a cabo otro milagro.
—Mi señor —le dijeron—, ¿cómo has podido sacar de la nada suficiente comida para toda esta gente? Estamos seguros de que con el pescado y el pan que había ahí dentro, no habría alcanzado ni siquiera para nosotros doce.
—Ah —dijo Jesús— , ese es el problema con todos ustedes. Nunca tienen fe. Pero yo sabía que en los cielos, mi padre celestial es muy generoso y no dejaría que todas estas personas se murieran de hambre. Cuando necesiten algo, no se lamenten ni crean que es imposible. Con tener fe basta para que todo lo que quieran conseguir, llegue a sus manos.
—Ah —dijo Jesús— , ese es el problema con todos ustedes. Nunca tienen fe. Pero yo sabía que en los cielos, mi padre celestial es muy generoso y no dejaría que todas estas personas se murieran de hambre. Cuando necesiten algo, no se lamenten ni crean que es imposible. Con tener fe basta para que todo lo que quieran conseguir, llegue a sus manos.
Lo que esta historia nos muestra es que no hay nada mejor que creer en las cosas buenas y agradecer por ellas. Siendo feliz y confiando, obtendrás todo lo que te propongas.
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