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jueves, 2 de abril de 2020

ORACIÓN DE LA MAÑANA DEL VIERNES 3 DE ABRIL DE 2020




Y hoy vamos a mirar al centro de la cruz. ¿Ahí qué ves? Un espejo. Y ese espejo, lo que pretende es reflejarte a ti. Eso aguardaba esta puerta.

Recuerda el evangelio que nos ha servido de hilo conductor: de dos panes y tres peces, Jesús dio de comer a la multitud. Ocurre lo inesperado, lo que no creíamos que podía pasar. Pero ocurre. Y ocurre en abundancia. Porque el amor de Dios rebosa, tiende a salirse de todo esquema, de todo molde y recipiente.

De ahí que nuestra cruz tenga un espejo en el centro: porque esa cruz es el reflejo de la vida de cada uno de nosotros, de nuestros deseos de darnos, de nuestras miserias, de nuestras compasiones, de nuestros miedos y nuestros compromisos… Esa cruz no es solo del Señor, es de cada uno de nosotros.

Pero es una cruz abierta a lo inesperado. Nada acaba en ella. Eso lo sabemos nosotros, los cristianos. La cruz no es el fin. La cruz es otra puerta: la puerta al Gran Misterio.



¡Buenos días!

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