PROPUESTA
DE ORACIÓN CON EL CLAUSTRO.
1. Puesta en situación (postura,
respiración...).
2) Lectura del evangelio de los panes y
los peces, recordando los cuatro valores que hemos vivido esta cuaresma, los
cuatro candados para abrir las puertas. Os recuerdo los candados:
Identificación de los propios dones, compromiso, compasión y empatía, y también
interioridad.
3) Ponemos una música de fondo, e
invitamos que cada uno, en su casa, en un folio, pinte una palabra, una
imagen...usando los colores que quieran, que exprese lo que esa lectura les ha
hecho sentir, les ha movido, les ha dicho. Intentamos hacer hincapié en lo
siguiente: ¿qué candado me he dado cuenta que me hace falta abrir? ¿Qué
candado, en estos días “especiales” de confinamiento noto que necesito abrir?
4) Ponemos en común las imágenes y/o
palabras que nos han nacido y las envío al correo pastoral@cppoveda.es
5) Hacemos un momento de peticiones y
acción de gracias, según les nazca.y si quiero las comparto también en el mismo
correo.
6) Terminamos rezando la oración “NO
ESTAMOS SOLOS”.
Material:
-
Que cada profesor tenga folios y colores
cerca.
-
Lectura del evangelio de los panes y los
peces. (Os lo adjuntamos a continuación)
-
Oración “No estás solo”. (Os lo
adjuntamos a continuación).
Del evangelio de Marcos:
<<Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron
todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: —Vosotros venid aparte,
a un paraje despoblado, a descansar un rato. Pues los que iban y venían eran
tantos, que no les quedaba tiempo ni para comer. Así que se fueron solos
en barca a un paraje despoblado. Pero muchos los vieron marcharse y se
dieron cuenta. De todos los poblados fueron corriendo a pie hasta allá y se les
adelantaron. Al desembarcar, vio un gran gentío y se compadeció, porque eran
como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles muchas cosas.
Como se hacía tarde, los discípulos fueron a decirle: - El
lugar es despoblado y la hora está avanzada, despídelos para que vayan a los
campos y a las aldeas vecinas a comprar algo de comer. Él les respondió: -
Dadles vosotros de comer. Replicaron: -Tendríamos que comprar pan por
doscientos denarios para darles de comer. Les contestó: - ¿Cuántos panes
tenéis? Id a ver. Lo averiguaron y le dijeron: - Cinco panes y dos pescados.
Ordenó que los hicieran recostarse en grupos sobre la hierba
verde. Se sentaron en grupos de cien y cincuenta. Tomó los cinco panes y
los dos pescados, alzó la vista al cielo, bendijo y partió los panes y se los
fue dando a [sus] discípulos para que los sirvieran; y repartió también los
pescados entre todos. Comieron todos y quedaron satisfechos.
Recogieron las sobras de los panes y los pescados y llenaron doce cestos. Los
que comieron [los panes] eran cinco mil hombres.>>
Nadie está solo
Nadie está solo,
aunque a veces lo parece,
y te sientes herido,
o se te rompe la entraña.
Si se te pierde la risa,
y se te callan los versos.
Aunque te duela la historia
y te amenaza el presente,
se te atraviesan los miedos
o se oscurezca el futuro…
Es verdad que sí,
que hay días grises,
en que el silencio
atormenta, y oprime.
Hay momentos en que la distancia
es nostalgia y ausencia.
Hay abrazos extraviados
Hay miedos que anuncian naufragios
y derrotas que parecen finales.
Pero nadie está solo,
aunque a veces lo parezca.
Tu Palabra no se marcha
Y Tu espíritu nos une,
fluye, infatigable,
entre nosotros.
Despertando el Amor dormido,
vistiéndose de servicio,
llamándonos prójimos,
y trenzando, en nuestros días,
inesperados afectos
que se convierten en hogar.
Aunque hoy nos llueva dentro.
(José M. Rodríguez Olaizola, s.j.)
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