“Mira y obra según el ejemplar que se te ha mostrado en el Monte” (Ex 25,
40). Miremos a Jesucristo… ¿Qué hace falta para imitarlo? Mirarlo y acomodar
nuestra vida a la suya, nuestras acciones, miradas, palabras, pensamientos a
los suyos. Es lo que hace un pintor cuando quiere trasladar al lienzo su
impresión: nueva mirada y nuevo trazo, hasta conseguir la copia íntegra de la
figura que desea. Mirar así a Cristo es contemplar, aprender y obrar al tenor de
esas enseñanzas”.
PEDRO POVEDA (1919)
MEDITA - Reflexiona sobre los acontecimientos, lugares y personas en tu vida que se
relacionan con los textos.
¿Qué me dicen los textos hoy a mí y a mi vida? ¿Qué
sentimientos despiertan en mí? ¿Qué me está diciendo Dios en las lecturas?
Dice Jesús que nos ha dado ejemplo para que hagamos nosotros lo mismo. Y
nosotros recordamos que nos dijo en otra ocasión que no ha de ser el discípulo
más que su Maestro (Mt 10, 24). El amor extremo de Cristo en este día se
manifiesta en la mansedumbre y en la humildad. Aprenderemos de Él, que es
manso y humilde de corazón y encontraremos la paz y el descanso (Mt 11,
29). Mansedumbre porque los tiempos presentes la necesitan mucho.
Humildad porque ella nos hace sencillos y fuertes. Mansedumbre porque esa
fue la vida de Cristo. Humildad porque en ella está la verdad. Mansedumbre
porque el caudal de fuerza del corazón está en relación directa con el caudal de
mansedumbre. Humildad porque donde la hay, está la sabiduría del Magnificat.
Hay que pedir la humildad y la mansedumbre, solo Dios puede darlas. Hay que
crear ambientes de humildad y mansedumbre porque eso es crear ambientes
de paz duradera.
ORA – Responde en oración.
• ¿Qué le puedo decir al Señor en respuesta a su Palabra?
• Conversa audazmente con el Señor con tus propias palabras.
Habla de la
forma que quieras.
Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava. ¿Cómo le pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación, e invocaré el
nombre del Señor.
CONTEMPLA – Descansa en el Señor.
• ¿Qué me está diciendo Dios mientras escucho y permanezco en la presencia
de Dios?
• ¿Qué conversión de mente, corazón y vida me está pidiendo el Señor?
Un verdadero encuentro con Dios lleva a la transformación. Mirar atentamente
a Jesús en la noche de la Cena. Mirar los rostros de los hermanos en su dolor y
su esperanza. Mirar y ver. Acoger y celebrar.
ACTÚA – La oración nos mueve a la acción.
• ¿De qué forma puedo ofrecer mi vida como don para los demás?
• ¿A qué me siento llamado/llamada después de esta oración?
Pedir con humildad el don de comprender el ejemplo que nos da Jesús en esta
noche. Repetir el gesto de “lavar” los pies a quien necesita de mi presencia y cercanía. Y dejarme yo también lavar y ser purificado.
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