Érase una vez una niña llamada Valeria que vivía en un árbol mágico junto a su familia. Todos los juguetes que la niña deseaba el árbol mágico se los hacía realidad, y de este modo Valeria tenía muñecas, pelotas, carritos y muchos otros juguetes que le hacían sentirse muy feliz. Tenía tantas cosas dentro de su árbol mágico… ¡que casi no salía de casa!
Un día Valeria recibió la visita de su tía Elena y de su primo Ramón, y sus padres dijeron a Valeria que tendría que jugar con su primo mientras ellos y la tía Elena conversaban de sus cosas. Pero a Valeria no le gustó mucho la petición de sus padres, porque no quería tener que compartir sus juguetes mágicos con nadie, pues el árbol los fabricaba para ella en exclusiva. Entonces Valeria le dijo a su primo que jugarían al escondite y que a él le tocaba esconderse, y cuando Ramón se escondió, Valeria dejó a su primo de lado y se fue a jugar con sus juguetes.
Sin embargo, cada juguete que Valeria cogía aquella tarde se volvía de color gris y perdía todo su encanto, y aunque pedía juguetes nuevos al árbol mágico, dichos juguetes también perdían el color volviéndose grises.
Preocupada y aburrida, Valeria corrió hacia sus padres para preguntar qué estaba pasando y en lugar de responder, sus padres le preguntaron a ella que dónde estaba su primo Ramón. Después de quedarse tanto tiempo pensando en sus juguetes y en qué era lo que les estaba pasando, Valeria había olvidado por completo que había quedado con su primo Ramón en jugar al escondite y Ramón parecía haberse perdido.
Pero los padres de Valeria no quedaron muy contentos con la respuesta de su hija y tía Elena se preocupó, pues no sabía dónde podía estar el pequeño. Incluso Valeria se sintió mal, pues había prestado tanta atención a sus juguetes que no había dado importancia a la visita de su primo ni a sus ganas de jugar con ella.
Entonces todos empezaron a buscar a Ramón por todo el árbol mágico. Afortunadamente, no tardó mucho en aparecer y contar a todos que se había ido a buscar un buen escondite, pues estaba jugando con Valeria a ese juego tan divertido. Todos encontraron graciosas las palabras del pequeño y Valeria se libró de una buena regañina, pues pensaron que Valeria estaba disimulando para hacer del juego una aventura todavía más divertida.
- Ahora entiendo que no nos lo dijeras, cariño, — dijo el padre de Valeria. — y es que queríais que jugáramos juntos.
Y para suerte de Valeria así sucedió. Todos pasaron el día jugando al escondite y otros juegos divertidos en el árbol mágico. Solo por la noche, cuando tía Elena y el primo Ramón se fueron, Valeria pudo observar como sus juguetes volvían a la normalidad.
Aunque Valeria lo desconocía, aquel era el regalo especial que el árbol mágico le hizo aquella tarde, y es el mensaje de que cualquier juego es mejor en compañía de amigos que en soledad.
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