Dicen los psicólogos que para triunfar en la vida y ser feliz hay que arriesgarse. Y esto también se aprende desde la adolescencia. ¿Sabes arriesgarte con inteligencia?
Decía Vicent van Gogh. ¿Qué sería de la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo? Le llamaban el loco del pelo rojo, y sabía bien de lo que hablaba. Su estilo de pintura, claramente distinto al resto de los demás pintores y eso le supuso rechazo e incomprensión, pero años más tarde se reconocerá su genialidad. Él se atrevió a llevar su estilo.
El inventor Thomas Edison repetía a menudo que, en los miles intentos fallidos que debía superar para crear uno de sus prototipos, jamás perdía el ánimo, porque cada error que dejaba atrás era un nuevo paso adelante. Edison y su equipo crearon 1093 patentes, pero curiosamente cuando era pequeño sus compañeros le consideraban loco, pero él se arriesgó.
El riesgo, entendido como miedo a perder, nos puede paralizar, nos impide innnovar, invertir, apostar; jugárnosla para hacer lo que se ha hecho siempre de una manera diferente, o para hacer lo que nadie ha hecho todavía.
El sentido positivo de riesgo tiene que ver con la realización de un deseo. Nada es posible si no nos arriesgamos y, desde esta perspectiva, paradójicamente, el gran riesgo es no arriesgarse.
Es curioso, afirma el escritor Álex Rovira, pero a lo largo de la historia, aquellos que se han arriesgado no han sido muy reconocidos. Sin duda, la audacia lleva la capa de la locura que nace de la pasión, la confianza, el entusiasmo y la entrega. Y es que el atrevimiento es mucho más que la ausencia de miedo, es más bien la conciencia de que hay algo importante por lo que merece la pena arriesgarse.
Para tí hoy, ¿Qué es lo realmente importante? ¿Por qué te arriesgarías?
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