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domingo, 13 de noviembre de 2022

ORACIÓN DE LA MAÑANA SECUNDARIA: ORAMOS CON EL EVANGELIO DEL DOMINGO - Lunes 14 de noviembre de 2022

 Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,5-19):


En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿Cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes.
Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Palabra del Señor


Lc 21, 5-19. La paciencia no es fruto de la debilidad. Al contrario, supone fortaleza interior. La persona paciente moviliza todas sus energías para no doblegarse ante la adversidad y seguir luchando con firmeza, sin dejarse perturbar por el mal. Se necesita mucha entereza para mantener el ánimo sereno y confiado cuando todo se nos pone en contra.
Aunque parezca fuerte y violento, el impaciente es una persona débil, incapaz de tolerarse a sí mismo y de soportar las contrariedades de la vida.
La verdadera paciencia nada tiene que ver con una resignación pasiva. No es «aguantar» porque uno no sabe o no se atreve a hacer otra cosa. No es posible dejar atrás la violencia y promover un proceso de pacificación sin una actitud paciente y tenaz. 


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