En el Evangelio me he encontrado con un relato de los que contaba Jesús a la gente. Es la parábola de la “Moneda perdida”. Dice así:
"¿Qué mujer, si tiene diez monedas y pierde una, no enciende una luz y barre la casa y busca cuidadosamente hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas diciéndoles: Alegraos conmigo, porque he encontrado la moneda que se me había perdido. Así, os digo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”.
Quizá el celo y el interés de la mujer parecen exagerados ante el poco valor de la moneda perdida, pero no ceja hasta que encuentra la moneda.
Una vez más, enseña el Señor que un sólo pecador –por pequeño e insignificante que sea humanamente- es motivo del máximo interés del redentor.
Y, de nuevo, la alegría es la manifestación del perdón por lo que parecía nada, y es tanto para Dios. Cristo es el portador del perdón del nuevo reino; el reino de perdón y misericordia está abierto a todos.
En mi juventud tuve un educador que solía repetir que la vida estaba hecha de pequeños detalles. Pequeños detalles como esa pequeña moneda que había que buscar a toda costa.
En el principio de este nuevo día, te aconsejo que seas cuidadoso y sensible ante las cosas pequeñas; que tengas pequeños detalles con tus compañeros y compañeras. Con estas pequeñas cosas, la vida se presenta mucho mejor.
PADRE NUESTRO…
No hay comentarios:
Publicar un comentario