¡Buenos días!
Soy Pedro Poveda y vengo a hablar contigo, pero sobre
todo vengo a escucharte, a que me cuentes como estás, como te sientes y a decirte
que estoy a tu lado con la cabeza y el corazón en el momento presente.
Yo no he vivido una situación como la que estáis viviendo
vosotros con esta pandemia. Viví otras diferentes, ni peores ni mejores, solo
diferentes. Pero ¿sabéis una cosa? Lo más importante es sacar las cosas buenas
de cualquier situación para ser mejores personas y aprender de ellas, saber que
Dios siempre está con nosotros.
Cuando este virus se vaya algunos habrán perdido a seres
queridos, otros se quedarán sin trabajo y algunas cosas cambiarán.
Ahora que estamos en casa, sin poder salir, que hemos
tenido que parar y dejar de hacer todas las actividades que tanto nos gustaban
es un buen momento para pensar en las cosas que realmente son importantes en
nuestra vida. ¿Quién cuida de ti? ¿A quién echas de menos? ¿Cómo cuidas tu a
los demás? ¿Y al mundo?
Seguro que en estos días ha habido momentos en los que te
has sentido triste, nervioso, cansado, enfadado, con ganas de salir de casa, de
ir al cole, de ver a tus amigos… No te preocupes, es normal. Puedes contarme
todo lo que hayas sentido.
Yo siempre digo “si eres alegre lo tienes todo ganado”.
Quizás te preguntes ¿cómo vivir alegre
cuando te sientes triste? Te voy a contar un pequeño secreto, te voy a contar
como lo hago yo.
Cuando lo que sientas te lleve a estar triste busca la
alegría dentro de ti, en tu corazón. Busca momentos de silencio y podrás
escuchar a Dios en tu corazón. Él siempre camina a nuestro lado. Él está en ti.
Si miras a tu alrededor también encontraras a Dios. ¿Sabes
dónde? En los demás.
Fíjate en toda la gente que cuida de nosotros fuera de
casa en estos días de confinamiento. Fíjate también como la gente es solidaria
ayudando a los que más lo necesitan, gente que vive en la pobreza, personas que
no tienen hogar, personas mayores que viven solas y necesitan ayuda…
Fíjate también en tu familia, en como te cuidan y cuanto
amor te dan tus padres, tus hermanos y fíjate también en cuánto amor das tú.
Me gustaría mucho que me contestarás a esta carta,
contándome como te sientes, que gestos buenos has podido ver estos días en los
demás y también en ti.
Si aún estás aprendiendo a escribir, no te preocupes.
Puedes escribir palabras o puedes mandarme un dibujo. Ya sabes que dibujando
también podemos expresar lo que sentimos.
Me despido. Estoy deseando saber de ti y espero con
muchas ganas tus palabras o dibujos. ¿Nos volveremos a ver esta tarde a las 4?
¡Te espero!
Un abrazo
Pedro Poveda.
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